Hace décadas
en mi ciudad
había un negro.
Ahora miles.
Les veo sentados
esperando algo
o de pie en el autobús.
No importa que te cuente, verdad.
Mas
fíjate en su caminar.
Como si estuviera
bajando una colina
de tierra rojiza
y un tibio sol
calentara su espalda
mientras las cebras le miran
y su chica le espera.
Caminar puede tener estilo
aunque sea
para deambular
entre basuras.
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