En esta entrada el lector ( si hay alguno ) se va a encontrar con la particularidad de que las greguerías están unidas, pues la última palabra de cada una sirve de entrada para la siguiente. Así, la greguería se reivindica como un juego de palabras donde las jugadas posibles son infinitas. Con escasas palabras aparecen personificaciones, metáforas, contradicciones, pinceladas de humor, paradojas, hipérboles, guiños culturales camuflados, sutilezas surrealistas, ataques al inconsciente, etc. Y todo con un mensaje sencillo: que tengamos presente que si cada realidad tiene un lenguaje que es comparable a un juego, la greguería se presenta como otro juego, el de las palabras que galopan sin el jinete de un ismo, una academia o un saber específico. Las palabras tienen sus madrigueras que se conectan. En este sentido, aquí aparece un nuevo juguete que quiere crear una cadena de términos. Y esa cadena aparentemente infantil es una especie de maqueta del mundo de ficción-realidad en el que lo formal se viste de inocencia. Ahí van:
104- El cielo estaba antes que el infierno.
105- El infierno tiene parcelas de mármol.
106- El mármol sólo quiere pisadas de la aristocracia.
107- La aristocracia tira las facturas a la chimenea.
108- La chimenea no revela ningún secreto.
109- El secreto no quiere irse a la tumba.
110- La tumba es el recibidor del más allá.
111- Al más allá se le va la olla.
112- La olla no es cosmopolita.
113- El cosmopolita quiere volver a su pueblo.
114- El pueblo perdido tuvo su historia épica.
115- La épica exagera sus hazañas.
116- Las hazañas se refugian en la ficción.
117- La ficción es el sueño verosímil de la fantasía.
118- La fantasía es la hermana rica de la mentira.
119-La mentira compite con la rueda como invento revolucionario.
120- El revolucionario se despertó de una pesadilla burguesa.
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