viernes, 7 de diciembre de 2012

Carmen Valero, la chica de la coleta que corría en el barro.

Los años 70 en España ya son historia. Series de televisión y testimonios varios reflejan un país que ahora provoca algo de risa, añoranza o un poco de pena, dependiendo de quien cuente la historia. Durante esa década el atletismo femenino tuvo a Carmen Valero Omedes como máxima figura. Lo de llamarse Carmen tiene su sustancia. De hecho, tenemos Carmen para todos los gustos: la Polo de Franco, Carmen Sevilla, Carmen Laforet, Carmen de Mairena… En lo de correr, hay una, grande y campeona: Carmen Valero. Nació en un pueblecito de Teruel, Castelserás, en 1955. Al poco tiempo sus padres, sus hermanas y ella emigraron a Cerdanyola, a 14 km de Sabadell. Entonces lo de emigrar era muy casero, por lo que la familia de nuestra corredora se plantó en una Cataluña próspera que acogía a buscadores de progreso de cualquier rincón. La interculturalidad con subsaharianos, pakistaníes y ecuatorianos no existía ni en la imaginación de las novelas del futuro. Los emigrantes éramos nosotros ( en la vendimia, en cadenas de montaje de los alemanes, haciendo las américas o de chachas en casas refinidas parisinas ).
En Cerdanyola la familia Valero se encuentra rodeada de naturaleza; donde hoy se hacen rutas de senderismo, ciclismo y actividades al aire libre, pues antaño el bosque era solo bosque. Unas amigas de la futura atleta le comentan que ellas están en un club de atletismo. Esa idea enciende la chispa y la niña le dice a su padre que la apunte en algún sitio para correr. El hombre no sabía por donde empezar. Corre el año 1968 y Carmen se planta en el Juventud Atlética Sabadell con unas zapatillas de la marca Victoria y al poco tiempo tiene su primera competición, la Jean Bouin. Sin embargo, hay un problemilla: no tiene ficha federativa, por lo que le dicen que va a correr con la ficha de otra niña ( una tal Teodora Rodriguez ). La noche antes de la prueba se repite a sí misma su nuevo nombre con impaciencia y temor. A la mañana siguiente y camuflada como Teodora consigue una novena posición y una copa. Ahí empieza su carrera y a partir de entonces sin usurpar la personalidad de nadie. En categoría juvenil se convierte en pupila de José Pro, un lobo de mar del atletismo. Luego, pasó a entrenarla Josep Molins, quien tenía una tienda de deportes en la cual acabó trabajando Carmen tras abandonar sus estudios.
En Cataluña hay una tradición de clubs muy arraigada y un buen ejemplo es el Juventud Atlética Sabadell. En su web hay una información detallada sobre su presente y su legado histórico. Y toda esa información la elabora con mimo Ricard Rof ( atleta, ex presidente, cronista y archivero de la entidad ), quien conjuntamente con Pere Melero escribieron un curioso libro sobre atletismo local: " Història de l´atletisme a Sabadell: 1914-1991 ". Estas iniciativas y personajes son esenciales en cualquier actividad humana porque permiten recomponer las piezas del pasado y contar de dónde venimos.
Carmen empieza a tomarse en serio los entrenamientos y se compra unas zapatillas de clavos de 500 pesetas y las va pagando a plazos de 25 pesetas al mes. Con 13 años va a entrenar en transporte público casi todos los días desde Cerdanyola a Sabadell. En una de esas entrevistas a figuras retiradas, nuestra corredora recordaba que vivía en la montaña y bajaba al trote hasta el autobus que la llevaba a Sabadell y luego desde la parada del fin de trayecto volvía a correr hasta llegar a la pista de entrenamiento. Con el tiempo, fue haciendo amigos y al tener la familia una panadería les invitaba a pasteles para que pudieran llevarla de vuelta a su pueblo. Esa manera de entrenar, sacrificada y dura, recuerda algo a los métodos de Percy Cerrutty, un gurú del entrenamiento que incluso inventó un término para resumir su método: stotan ( unión de estoico y espartano en inglés ).
La joven promesa se hace un nombre en categoría juvenil en Cataluña y como junior empieza a plantar cara a las féminas de su tiempo: Belén Azpeitia y Coro Fuentes, pioneras del atletismo femenino, pues a principios de los 70 estábamos instalados en un atraso histórico con respecto a Europa. De hecho la primera participación del atletismo femenino en un campeonato europeo fue en el de Helsinki en 1971, en el que además de Azpeitia y Fuentes, participó Josefina Salgado.
El primer triunfo importante llegó en 1970, cuando con 15 años la Valero venció en el Cross Internacional de Granollers. En categoría juvenil se hizo con dos campeonatos de España de cross en 1970 y 1971. Estaba claro que sus grandes éxitos iban a estar en el barro y no en la pista. De todas formas, no hay que olvidar que sus mejores marcas en pista ( obtenidas hacia la mitad de la década ) no tienen desperdicio: 2:04.12 en 800, 4:08.34 en 1500 y 9:00.9 en 3000.
Mientras Carmen Valero hacía historia en el atletismo, España vivía un periodo singular, la transición. Fueron años de atentados y de destape, de viejos republicanos que regresaban del exilio y curas de barrio, de golpistas y maoistas, nostálgicos y demócratas de toda la vida. Tras varias décadas ese tiempo es hoy ensalzado en la vitrina de la historia. Lo más gracioso de todo aquello fue cómo el españolito de a pie dejó de ser franquista en un curso acelerado y pasamos de carcas a progres en un plis plas.
En 1972, el año de la Olimpiada de Munich donde Mariano Haro hizo historia con su 4º en el 10000, la chica de la coleta, la Carmen de los corredores, participa en su primer campeonato del mundo de cross y consigue una 31º posición. Después vendrían las ediciones de 1973 y 1974, en las que obtuvo una 25ª y 9ª posición respectivamente. En el panorama nacional Carmen destaca sobre las demás y consigue que Adidas se haga cargo de las zapatillas y la ropa deportiva. Las becas estaban lejos, sobre todo para las chicas. No estaba claro que correr fuera asunto de mujeres. De hecho, en una de sus participaciones en el mundial de cross el seleccionador reunió al equipo femenino con una consigna muy clara: vosotras, las chicas, haced lo que podáis.
Llega 1975, el año en el que los niños se introdujeron en la medicina con los detallados partes médicos de las dolencias de nuestro Generalísimo, el que estaba en las monedas y mandaba por la gracia de Dios ( uno de los misterios que la chavalería tenía que desvelar ). Decíamos que llega el año 75; el campeonato del mundo de cross ( el antiguo Cross de las Naciones ) se celebra en Rabat. Carmen consigue un 3º y en la entrega de premios es tal su emoción que, rompiendo el protocolo, se pone a dar besos a los niños de la realeza marroquí. Estas cosas gustaban mucho a la prensa oficial ( y la única ), porque expresaban una idea: toda española lleva una madre dentro, incluso esas chicas que corren. En categoría masculina, José Luis González fue segundo en junior y Haro logró su cuarta segunda plaza consecutiva ( esta vez detrás del belga De Beck ).
En 1976 el país está en vilo. Se habla del camino hacia la democracia y los cantautores llenan plazas de toros con sus canciones de libertad. No hay dictadura, pero tampoco hay democracia. Teníamos, eso sí, el Marca, el Mundo Deportivo y el AS para contar las hazañas de nuestras glorias deportivas. El campeonato del mundo de cross se celebra en Chepstow ( Gales ) y Carmen obtiene su primera victoria, superando en 20 segundos a la soviética Tatyana Kazankina y en 37 a la italiana Gabriela Dorio. Por cierto, que Kazankina era entonces una leyenda de la pista;
un mito del atletismo que todavía ostenta una marca de 1500 de primerísimo nivel tras más de 30 años ( 3:52.47 ) y con un doblete en 800 y 1500 en la Olimpiada de Montreal de 1976 ( cita que contó con Carmen Valero como la primera atleta española en participar en unos juegos, donde fue eliminada en series en 800 y 1500 ). En aquel periodo, los atletas soviéticos y del bloque comunista gozaban de un gran reconocimiento. Con el tiempo, la imagen se fue deteriorando. De hecho,la propia Kazankina se negó a someterse a un control antidopaje en 1984 tras vencer en un 5000. Vamos, que la Carmen de la coleta derrotó a toda una soviética. Así ocurrió de nuevo en el mundial de cross de 1977 doblegando a Lyudmilla Bragina. En aquella edición ( nada menos que su segunda victoria en un mundial ), mereció una recompensa y le dieron 100.000 pelas. Lo de humillar a las soviéticas impactó a los dirigentes del Kremlin y en el 77 la invitaron a un stage para conocer de cerca las claves de su éxito. Ese mismo año Carmen cambia de club y pasa a militar en las filas del C. N Barcelona.
En 1977 Carmen Valero llega a la cúspide de su carrera. Es un momento en el que el atletismo femenino tiene figuras emergentes como Marita Koch pero todavía no compite en igualdad de condiciones con el atletismo masculino ( ejemplo de ello es que el maraton en las olimpiadas no se incorporó hasta Los Angeles 1984, venciendo la americana Joan Benoit ). En aquel 77 el fondo mundial está todavía dominado por los europeos, ingleses preferentemente. Aparecen corredores de Kenia que empiezan a romper la hegemonía del viejo continente. Era un aviso de lo que vendría después. El caso de Samson Kimombwa es notable. En los 10000 m bate el record de un inglés que corría con calcetines rojos, Dave Bedford. Kimombwa detiene el crono en 27:31.47. Los periodistas le preguntan sobre sus sensaciones tras conseguir todo un record del mundo. El keniata está confundido porque no
entiende que haya logrado la mejor marca de todos los tiempos cuando uno de su tribu corre mucho más que él.
Si fuéramos un país civilizado deportivamente aquella jovencita con aspecto de buena chica estaría hoy presidiendo algún organismo de renombre. Pero somos lo que somos y Carmen Valero continua trabajando en una oficina bancaria y se acuerdan de ella los cuatro friquis a los que les gusta el atletismo y su historia. Y la verdad es que la chica tuvo hasta suerte porque en los 70 muchos excelentes atletas acabaron en una cierta marginalidad laboral, pues no existía eso de los programas para deportistas de élite. Los pobres lo habían dado todo por el deporte y su país era incapaz de reconocer su entrega. Sin duda hemos avanzado, aunque a día de hoy un dolor en la rodilla en un partido amistoso de los futboleros tiene más eco mediático que un record nacional de 1500.
En 1978 nuestra atleta no logra subirse al cajón en el mundial de cross y obtiene una 10º posición. Venció Greta Waitz, aquella noruega que reinó en el cross y en el maraton durante algunos años y que falleció en abril de 2011.
Ser mujer, atleta, joven y triunfadora en los 70 suponía unas dosis de notoriedad, por lo que Carmen recibe premios y galardones de todo tipo. Si el aficionado se pone a buscar en las hemerótecas de los diarios deportivos se puede encontrar una curiosidad: los periodistas no saben muy bien cómo entrevistar a una atleta y le hacen preguntas como si fuera una vedette ( se cansa usted mucho en las competiciones, cambiaría usted este triunfo mundial por ser miss mundo …). En esas entrevistas se detecta un lenguaje y estilo arcaico; algo que nos provoca ternura, pero que en realidad manifesta que aquella España tenía unas dosis de cutrez considerables. Seamos sinceros, éramos unos catetos graciosos.
Su doble triunfo en el mundial de cross es presentado como el máximo logro nacional en esta modalidad. Es verdad a medias, porque en 1946 y 1947 Rafael Pujazón se proclamó vencedor en el Cross de las Naciones ( el equivalente al mundial actual ). Y por qué muy pocos lo saben. Pues porque Pujazón había nacido en Campillo, un pueblecito de Huelva y tras emigrar a la elegante Francia se nacionalizó francés y se convirtió en franchute. Los vecinos de los Pirineos lo recuerdan como Dios manda: con su polideportivo, con su cross y esas cosas. Un detalle para la historia: era de origen humilde pero no tonto y cambió lo de Rafael por Raphael.
Estamos en 1979 y la chica que corre en el barro y recoge premios se casa en la ermita de San Feliuet con un mediofondista ( José Antonio Mellado ), que luego se convierte en su entrenador. En 1981 decide retirarse para ser madre a tiempo completo. Trascurren tres años y vuelve a la competición. No regresaron los grandes triunfos, aunque en 1986 logró otro campeonato nacional de cross, así como el nacional de 5000. El palmarés de la Valero está bien surtido; tanto que los estadísticos del atletismo ( una especie muy curiosa en el sector ) la situan como la número uno de la historia del atletismo femenino del siglo XX en España. En 1987 tiene un desencuentro con la Federación Española y no es convocada para el mundial de cross de Polonia. Curiosamente, ese mismo año la IAAF le ha entregado la medalla de oro por su trayectoria.
La chica de la coleta con aspecto inocente se corta el pelo en los 80. La estética, las costumbres y la mentalidad dan un cambio importante en la nueva década. Un ejemplo tonto es el del patrocinio en los dorsales: en los 70 se llevaba la palma Anís Castellana o Cola Cao y en los 80 vinieron entidades más refinadas: Xerox o Larios. Lo castizo y casposo se viste de moderno y en el atletismo sucede algo parecido. Se entrena con método y con medios, hay dinero y programas y ya no se habla de la clase de gimnasia, ahora es educación física. Carmen Valero se retira en la última recta de los 80, cuando ya se repiraba el espíritu olímpico de Barcelona 92.
Como lo de la carrera se lleva en la sangre, Carmen Valero no ha dejado nunca de ponerse las zapatillas. En 1999 participó en el maraton de Nueva York con un tiempo de 3 h y 13 minutos. Sigue vinculada al atletismo y está en la junta directiva del C. N Sabadell. En 2008 se presentó sin éxito a la presidencia de la Federación Catalana de Atletismo. Es una veterana rockera de la carrera a pie y en más de una ocasión ha expresado su repulsa hacia el dopaje. Los deportistas de raza no comprenden a los tramposos y sienten rabia y pena por ellos. Los catalanes expresan con la palabra seny la idea de unos valores basados en el sentido común. Hemos evolucionado en muchos órdenes y uno no cree que cualquier tiempo pasado fuera mejor. Sin embargo, con el tema del dopaje hay muy poco seny. Así lo cree la chica de la coleta que corría en el barro, nuestra Carmen.































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